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18 de octubre de 2014

El ser humano y la visitación de Dios

El ser humano y la visitacion de Dios

“Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo” (Lc 7:16)

Durante tres anos, el Senor obraba y ensenaba, predicaba y sanaba, confirmando la Palabra con senales. Tal vez una de sus obras mas influyentes fueron sus milagros, en particular el de resucitar a muertos. De hecho, resucito a la hija de Jairo (Lc 8:55), al hijo de la viuda de Naim, como lo relata la lectura del Evangelio de hoy, y a Lazaro habiendo transcurrido cuatro dias de su muerte (Jn 11:44). En el milagro de la resurreccion del hijo de la viuda de Naim nos encontramos frente a la realidad humana en su relacion con el universo y con Dios.

El primer dato en lo acontecido es la presencia del mal que tortura al ser humano. Aqui aparece en su forma ultima y final, el de la muerte. El ser humano existe en un mundo que lo rodea, en el que lucha por su existencia, y mas, por la “mejor” existencia. Pues las enfermedades, las catastrofes naturales, los peligros… todo ello amenaza la vida humana a diario.

El segundo dato es el amor divino. Dios interviene para resolver estos desafios y dificultades que cargan la mochila del ser humano. Dios interviene en las leyes de la naturaleza para eliminar de ellas una enfermedad aqui, para salvar a un hundido alli, para disipar una miseria y alimentar con cinco panes a cinco mil hombres, y asi sucesivamente… Aqui se encuentra el hijo de la viuda de Naim quien ha sido condenado por la ley natural a la muerte. Pero Dios es el autor de las reglas y las leyes naturales, y solo El es capaz de cambiarlas, cuando quiere, por amor al ser humano.

La intervencion milagrosa de Dios en la historia humana es una prueba decisiva de su providencia hacia el genero humano y su amor por nosotros. A traves de sus enviados, Dios trata de llevar junto a los hombres sus dificultades, remediar los errores que el pecado de la humanidad introdujo en la vida de los hombres. Y todo milagro es un recordatorio del acompanamiento de Dios al hombre en su camino. El milagro es un cartel en el que esta inscripto con mayuscula una unica expresion: “Dios esta aqui”, “Dios esta con nosotros”, “Dios esta en medio de nosotros”.

El milagro de la resurreccion del hijo de la viuda de Naim se enmarca en la perspectiva de un recordatorio de la presencia de Dios entre nosotros, no por medio de enviados, sino se refiere a Su llegada entre nosotros mismos, al“Mesias”. Es el “Senor”, como lo nombra Lucas en este relato, nombre que Lucas menciona por primera vez en su evangelio. La resurreccion de este joven precede la respuesta de Jesus a la pregunta que le hicieron los discipulos de Juan el Bautista: “?Eres tu aquel que habia de venir, o esperaremos a otro?” (Lc 7:19). El milagro demuestra que El es “el que habia de venir”, porque los enfermos se curan y “los muertos resucitan” (Lc 7:22).

El milagro de la resurreccion del hijo de la viuda de Naim significo para la gente de aquel entonces que “Cristo el Senor esta en medio de nosotros”, que el Emmanuel, “Dios con nosotros” vino y ahora esta aqui y obra. Es una senal de la llegada del final de los tiempos en el que Dios mismo estara en medio de Su pueblo. En realidad, la resurreccion de este joven es una senal no de la providencia de Dios, sino de su presencia directa. Dicha presencia explora las reacciones de sus interlocutores. La respuesta humana a la presencia divina no puede ser neutral. En lo acontecido en el milagro, la reaccion fue buena, pues el hecho que el Senor enfrento la muerte y la derroto dejo a los presentes sentir la “visitacion” divina y Su presencia entre ellos.

El Senor rechazo varias veces solicitudes de hacer milagros, porque preveia las reacciones inoportunas, y que el milagro no servia para levantar la barrera levantada entre Dios y el ser humano, que no iba a contribuir a la reconciliacion, ni iba a conducir al ser humano a arrepentirse y volver a Dios, tampoco lo haria responder con un “Si” a la visitacion de Dios. Por ello, El se nego a realizar la solicitud del diablo de arrojarse desde el pinaculo del templo o de convertir la piedra en pan (Cf. Mt 4:5; 3). Tampoco acepto las solicitudes de hacer senales a pedido de aquella generacion, la que El llamo generacion perversa e incredula, porque habia una mala intencion, sino que prometio que se le iba a dar la senal del profeta Jonas, es decir la senal de Su resurreccion (Cf. Lc 11:29). Asimismo, no hizo milagros en su tierra natal, en Capernaum, porque no le recibieron alli como profeta. Tampoco respondio a la curiosidad de Herodes de ver milagros realizados por el (Cf. Lc 23:8).

La actitud del ser humano es la que permite o impide a Dios que intervenga. Dios interviene a veces con milagros, pero siempre interviene de otras maneras. La actitud humana es la que hace que la presencia divina entre nosotros sea eficaz o no. La presencia divina no vale por si sola, pues negarla es sacarlo a Dios de entre nosotros. Los milagros de Dios son visibles e invisibles. Los milagrosos son una de las facetas de la providencia divina para con nosotros, y son una clara expresion del deseo de Dios de acompanarnos en nuestro camino. Sin embargo, los milagros no son mas que una vidriera que revela la profundidad del amor y de la providencia divina a nuestro favor.

La resurreccion del hijo de la viuda de Naim nos cuestiona: ?Acaso sentimos la visitacion de Dios? ?Acaso esto significa para nosotros que Dios esta con nosotros?

Tenemos siempre, y ahora tambien al leer el Evangelio, que saber que Dios esta presente en medio de nosotros y actua entre nosotros. Hemos de responder a Su presencia con la exclamacion: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo”.

“He aqui ahora el tiempo propicio, he aqui ahora el dia de salvacion” (II Co 6:2). Amen.

Homilia de Monsenor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

 
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