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24 de junio de 2012

Santos Apóstoles Bartolomé y Bernabé

“Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y esas cosas todas se os darán por añadidura”. Hoy conmemoramos a los santos Apóstoles Bartolomé y Bernabé. La palabra apóstol proviene del griego: Απόστολος, de apostello, que quiere decir: despachar, enviar, y que finalmente traducimos como: enviado. Pero en este caso se trata de cada uno de los doce principales discípulos de Jesucristo, a quienes envió a predicar el Evangelio a todo el mundo. Son aquellos hombres escogidos por Cristo para que lo acompañaran en su vida terrena, y luego predicaran el evangelio dando testimonio de El. Sin embargo, con el nombre apóstol se denota principalmente a aquellos doce discípulos que, en una solemne ocasión, fueron llamados por Cristo para llevar a cabo una misión especial. El nombramiento de los doce Apóstoles es narrado por los tres evangelios sinópticos, utilizando casi las mismas palabras, haciendo que las tres narraciones sean literariamente dependientes una de otra. El señor designó también aparte de los apóstoles, a setenta y dos discípulos, que los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar donde él debía ir, y les decía: “la mies (tiempo de siega de la recolección y cosecha,) es mucha, y los obreros, pocos; rogad, pues, al Señor de las mies que mande obreros a su mies. Id, mirad que os envío como corderos en medio de lobos…curad a los enfermos… y decidles: “Está ya cerca de vosotros el Reino de Dios” En cuando nos referimos al término discípulo lo hacemos en relación con aquel que es enseñado, al aprendiz, se refiere básicamente a la persona que está en el proceso de aprender, que recibe una determinada enseñanza; de este mondo se puede advertir la diferencia conceptual existente entre un discípulo y un apóstol, pero sin duda que la condición indispensable para llegar a ser apóstol, es antes ser discípulo. Cristo envía a los apóstoles a predicar el Reino de Dios y a curar, y les da instrucciones muy definidas: “Vayan pues y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolas a observar todo lo que yo les he mandado”. De esta manera, la autoridad de los Apóstoles procede de la voluntad de Nuestro Señor, basada en sus mismas palabras; Quien manifiesta a su vez que estará con ellos todos los días hasta el fin de los tiempos , y les enviará la “promesa del Padre”, el “poder de lo alto”, es decir el Espíritu Santo, para realizar dicho cometido. Los Hechos de los Apóstoles y las epístolas apostólicas nos muestran cómo se ejerció esa autoridad, manifiesto ello al momento en que los Apóstoles hacen leyes, enseñan, afirman que su enseñanza debe ser recibida como palabra misma de Dios, asimismo cuando castigan, administran los sagrados misterios, asegurando su sucesión, cuando se hace efectivo su poder de jurisdicción y magisterio, dado por Jesucristo por lo que El mismo nos dice: “El que a vosotros oye, a mi me oye; y el que a vosotros desecha, a mi me desecha, y por tanto, desecha al que me envió”. Les dio la potestad de someter al demonio y derrotar toda manifestación del maligno representada por las serpientes y los escorpiones. Sin embargo les enseña que el gozo no viene de ello sino de “Que sus nombres se encuentren escritos en los cielos” Ahora esta misión no fue prerrogativa sólo de los Doce, pues Jesús envió también otros setenta y dos discípulos según el relato del Evangelio de Lucas en el Capitulo 10, versículo 1, y los envió de dos en dos a toda ciudad y lugar donde Él había de ir. Pero como se dijo al comienzo, hoy conmemoramos a dos de los apóstoles: Bartolomé y Bernabé. El primero, Bartolomé, fue uno de los doce Apóstoles de Cristo, testigo de la ascensión del Señor, quien luego de Pentecostés, junto al Apóstol Felipe, le tocó predicar el Evangelio en Siria y Asía Menor, llevando a los pueblos la salvación a través de la fe en Jesucristo. Asimismo, recibió el mandato del Señor para ir en ayuda del apóstol Felipe, llevando a cabo tareas apostólicas y junto a él convirtieron a cristo a los habitantes de Lidia y Misia. Durante su paso por estas ciudades tuvieron que soportar muchas pruebas, azotes y tribulaciones a manos de los infieles; fueron encarcelados y apedreados; pero a pesar de todas estas persecuciones, mediante la gracia de Dios, las soportaron a todos. Bartolomé predico luego en la India y Armenia donde sufrió el martirio. Por otro lado nos referiremos a Bernabé, cuyo nombre originario era José, pero que los apóstoles le cambiaron su nombre por el de Bernabé, que significa "el esforzado", "el que anima y entusiasma". Bernabé era judío, de la tribu de Leví, nacido en la isla de Chipre, el cual vendió los bienes que tenía y luego llevó el producido que obtuvo de ellos a los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres. Fue Bernabé, quien presentó a los apóstoles a Saulo, luego se su conversión. Por otra parte, el mismo libro de los Hechos, al referirse a Bernabé nos dice de él, que: “era un hombre bueno, lleno de fe y de Espíritu Santo". Hoy hemos oído que en la lectura de este libro, se nos relata la llegada de Bernabé a Antioquia; y como este apóstol vio los efectos de la gracia divina entre la gentilidad, y el mismo se gozó de ello, sin dejar por esto de animar a todos los seguidores del Señor a perseverar en el propósito de la fe, siendo fieles al Dios; también en su celo apostólico se dirigió a Tarso con el objeto de buscar a Saulo; y habiéndole hallado le condujo a Antioquia, permaneciendo allí durante un año entero estando juntos en aquella Iglesia, enseñando a todos. Por otro lado cabe recordar que fue en esta ciudad donde por vez primera fueron los discípulos llamados: cristianos. Bernabé y Paulo siempre han trabajaban juntos ayudándose en todo el uno al otro en su tarea apostólica, asistiendo en todo a los cristianos, aún en las penurias económicas, conforme hemos escuchado hoy cuando los discípulos, a la medida de los propios recursos, determinaron, cada uno una parte, enviar un subsidio a los hermanos que moraban en Judea, como consecuencia de una gran hambruna que azotaba parte del imperio. También cuando Bernabé realiza un viaje a Chipre, lugar de su nacimiento, su mensaje había sido allí muy fructífero ya que por su predicación, llego a convertir al mismo gobernador, quien se llamaba Sergio Pablo, y en cuyo honor, Saulo se cambió su nombre por el de Pablo. Finalmente, emprendieron su primer viaje misionero por las ciudades y naciones del Asia Menor, en la otra ciudad de Antioquia, llamada de Pisidia, actual Turquía, Bernabé y Pablo, al ver que los judíos no querían atender a su predicación, declararon que de ahora en adelante les predicarían sólo a los gentiles, asimismo, en la ciudad de Listra, Bernabé y Pablo, curaron milagrosamente a un paralítico y como consecuencia de ello las gentes de allí creyeron ver en ellos a dos dioses, a Bernabé por ser alto y majestuoso le decían que era el dios Zeus y a Pablo por la facilidad con la que hablaba lo llamaban el dios Mercurio; e incluso les iban a ofrecer un toro en sacrificio, cuando ellos les declararon que no eran tales dioses, sino hombres. Después de todo esto Bernabé y Pablo siguieron llevando el Evangelio a las naciones y se dedicaron a animar a los nuevos cristianos recordandoles incesantemente, que era “necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios" En una oportunidad, en Antioquia se encontraron con que los cristianos estaban divididos en dos partidos, los judaizantes, los que sostenían que para salvarse había que circuncidarse y cumplir con todas las prescripciones de la ley mosaica, mientras que los otros, decían que basta con vivir el Evangelio. Bernabé y Pablo defendieron que no era necesario circuncidarse y seguir los rituales de la vieja alianza, y como la discusión tomaba cada vez mayor importancia y producía una notable división dentro de la Iglesia, los de Antioquia enviaron a Jerusalén una embajada para que consultara con los apóstoles; dicha embajada estaba presidida por Bernabé y Pablo. Los apóstoles reunieron un concilio y le sostuvieron la verdad defendida por Bernabé y Pablo. Pero aquí, sólo hemos realizado una pequeña mención de algunos de los hechos de la vida de estos santos Apóstoles. Pero la cuestión consiste en conocerlos a los efectos de tomarlos como ejemplos para nuestras vidas, de modo que conforme se nos dice en la carta a los romanos, ser: “Justificados, pues, en virtud de la fe, mantenniendo la paz con Dios por medición de Nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos, y nos gozamos estribando (Descansar el peso de una cosa en otra sólida y firme) en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gozamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra constancia; la constancia, valor; el valor, esperanza. Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos fue dado” Este amor que Dios tiene hacia nosotros, que aun siendo pecadores y desvalidos de toda propia fuerza, y sin mérito alguno, es lo que sin embargo lleva a Cristo en su compasión hacia nosotros dirigirse al Padre diciendo: “Bendígote, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste a los pequeñuelos. Bien, Padre que así ha parecido bien en tu acatamiento”.

 
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