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15 de octubre de 2012

DÍA a DÍA

“Hágase Tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo” Lucas (11,2) ¿Qué más maravillosa suerte le puede suceder a una persona en la tierra? Que la de realizar la voluntad de Dios, y no solamente de vez en cuando, superficialmente, y/o a menudo con desgano, sino tal cual como ella se realiza en el cielo! Los tres primeros pedidos de la oración del Señor (Padre Nuestro) se refieren directamente al Padre; “Tú Nombre”, “Tú Reino”, “Tú Voluntad”. Jesucristo le enseña a la persona, que ella ubique a Dios en el primerísimo y primordial lugar de su vida, que Lo anteponga por sobre todas las cosas, pues es el lugar que al Señor le corresponde. Cristo abre la visión humana, pues ella está atada y encadenada a lo que la circunda, y la dirige hacia el Padre, y hacia lo que a El respecta. · Primero lo celestial, luego lo terrenal, · Asimismo, primero lo espiritual, luego lo corporal, · Igualmente, primero lo Divino, luego lo humano. Pero para nosotros no es así: Siempre priorizamos la satisfacción de nuestras necesidades terrenales. Lo nuestro lo ubicamos siempre en un plano más importante, nuestras aflicciones, nuestras carencias. Nuestro quehacer reprime y lo coarta todo, y nosotros, luego con todo ello corremos hacia Dios, como hacia la única salida de nuestro pesado yugo Inclusive puede ser, que ni siquiera le damos cabida al Mismísimo Dios en nuestras vidas. Y por ello es que emana toda la injusticia, los pecados, las pasiones, y la ausencia de un objetivo superior en toda nuestra existencia. Jesús admite solamente un único orden en todas las cosas, y lo expresa en esta hermosísima oración: “Primero Dios”. Cuando la gente también acepta este orden en su alma; entonces solo allí comienza su verdadera vida cristiana. Si la persona, ante todo, busca cumplir la voluntad de Dios, y la realiza en la medida en la que el Señor la iluminó, ese ser humano entra en los dominios del Reino Celestial, y allí comienza a reconocer y a glorificar el Nombre de Aquel, del cual se desprende la bendición, la gracia y la solución integral de toda la necesidad humana. Recién allí aparece el equilibrio en el alma. Y la voluntad de Dios, ya no se toma solo como una triste sumisión, sino que se realiza con plena energía y con total amor devoto. En una escuela preguntaron a los niños ¿De que manera se cumple la voluntad de Dios en el Cielo? ¿Hubo muchísimas respuestas: “con ganas”, “enseguida”, “con alegría”, etc. Luego se escuchó el último susurro de la niña mas pequeña del curso, la cual con mucha devoción manifestó “¡no preguntando el por que!” Sí, así es!, los que efectúan la voluntad de Dios son los seres que la realizan con una total creencia, la cual no se cuestiona, sino que simplemente se cumple. Y esas personas, son todas aquellas, que con total conciencia y convicción pronuncian ese tercer pedido“Hágase Tú voluntad” y que viven su vida en absoluta concordancia con ello. (Porque saben que La voluntad” de Dios es la decisión más perfecta, como Dios es el más perfecto)

 
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